10.8.09

Escépticos y optimistas

Los escépticos y los optimistas se miran siempre de reojo.
Son desconfiados de nacimiento.
Los escépticos se burlan de los demás y de sí mismos. Se aburren de creer y no echan de menos las ausencias.
Los optimistas vencen al tedio y a la fiebre. Aprenden del ayer y no lo borran. Conocen y reconocen que vendrá algo mejor y desde ya preparan la bienvenida.
Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan el pesimismo como único consuelo. Inventan una tristeza sin lágrimas, dura como una mueca.
Los optimistas se entienden con el río y con el cielo que lleva en su corriente. Saben que allí navega la tutela más real, más respetable, y asumen el alma como agua.
Los escépticos son apenas mendigos, y el tiempo que transcurre les deja su limosna. No logran escapar del viejo laberinto y reciben mensajes que son indescifrables.
Los optimistas en cambio guardan a menudo algo de gloria, que no es siempre la de hoy ni la de antes. Hacen un nudo con las incertidumbres y llenan su bolsillo de poesía.

[Mario Benedetti | Vivir adrede]